camisa blanca de mi esperanza

07 diciembre 2007

Juventud,
divino tesoro


Dos jóvenes murieron a manos de dos jóvenes el pasado sábado 1 de diciembre. Los primeros iban desarmados y fueron abatidos a bocajarro en el interior de su vehículo. Los segundos fueron detenidos en Tolousse (Francia). Sus juventudes les han costado la vida, ahora sus historias finalizan aquí.

Los sicarios socialistas, extraordinaria asociación, vivirán sólo su juventud aunque se pasen cuatro décadas en la cárcel. Una juventud que les ha conducido precisamente al suicidio del encierro. Ella y no otra es la que les ha esculpido su pensamiento radical como un bárbaro. En la juventud los horizontes ideológicos son estrechos y extremos. El joven, aquel que realmente lo es, tiene dificultad para la comprensión y el análisis. No sabe hacerse preguntas, no cuestiona.

Por eso son los soldados de ETA. Los etarras mayores tienen, no obstante, un inimitable aroma a decrepitud y a enfermos mentales. Están desfasados, como si lo irracional de la juventud se hubiese instalado en ellos permanentemente.

La juventud de los guardia civiles era menor. Aunque no la suficiente como que se negasen a ir sin pistola en busca de terroristas. Tampoco ellos se cuestionaron el peligro en el que estaban. Y nosotros tampoco vamos a cuestionarnos si hubiesen hecho esto o lo otro o por qué no hicieron otra cosa. El caso es que como jóvenes se dejaron engañar.

Alguien tendrá que dimitir. Y tendrá que ser español a juzgar por la eficiencia que la policía francesa ha demostrado.

Para dimitir hace falta cierta chulería. Pero ésta se pierde con los años.