camisa blanca de mi esperanza

04 julio 2007

Superespaña

Barrio de La MIna, Barcelona


Hoy me he estado leyendo a mí mismo que es como masturbarse frente al espejo. La verdad es que como un escribe al mismo ritmo que piensa pues al leerte te corres que da gusto.

Yo, sí yo, que no soy un ególatra porque no me miro más de 1 minuto al día en el espejo, me he encontrado sin embargo con algunas buenas ideas mías que no quiero dejar al olvido infinito de los discos duros del blogger.

Hablo de Superespaña. Que no es otra cosa que Cataluña.

Los catalanes, o superespañoles, en el sentido nietzscheano del término, son el siguiente escalón del español.

Y digo esto porque conservan para sí lo más apestoso de este país pero con un nuevo aire.

Es decir, conservan, por ejemplo, la ruin cualidad del cinismo español. No se trata del cinismo de Diógenes Laercio, sino del cinismo de la RAE que es la actitud que enmascara la envidia, tan genuinamente española. Quede claro que para mi Tapies es dios y que Miró es su padre. A Dalí os lo podéis meter por el culo superespañoles.

El catalán, o superespañol, saca a relucir su origen más ibérico cuando le hablas en castellano y te responde en catalán, preciosa lengua por cierto. En ese momento demuestra todo su provincianismo y superespañolismo con dos cojones, de diseño, eso sí.

Zapatero es el español que más se acerca al estadio superespañol. No estoy hablando de política, yo creo en un estado federal. ¿Acaso creéis que ZP es del barsa porque sí? ¿O que lleva ese peinado porque se corta el pelo en León?¿O que tiene Mirós en la sala de visitas de la Moncloa porque los ha puesto su hija? No hombre no, lo que pasa es que es superespañol.