Del pueblo a Madrid y viceversa

Resulta que no llega a fin de mes lo cual significa que le pasa lo mismo que a mí. Lo que pasa que a ella como la llevan no tiene que ingeniárselas para entrar al metro. Y como no fuma no tiene que fumar "Fortuna" de liar que, para aquellos que no lo sepaís, vale un euro y te dura tres días. Eso sí, la pasta y las patatas -que plantas media y salen treinta- no se las quita nadie.

Y no sigo contando porque yo no vengo aquí a hablar de mi libro sino del prójimo. Porque hacerme el favor de explicarme qué diablos ha hecho Aguirre aparte de permitir fumar en las cafeterías de Madrid -luego hablan de centralismo- y llorar el día de su discurso. Gallardón por lo menos está enterrando la M-30, que oigo yo los ruidos desde mi ventana y eso que vivo en La Coruña. Y perdonarme, pero es que a mí el camino ese me importa un comino. A ver si os lo acaban y lleváis a los que vayan a visitaros en taxi a verlo que queda muy cinematográfico, paletos.

Espero que la bancarrota de Esperanza Aguirre le sirva al menos para buscarse un empleo digno tras las elecciones. Y si no que se quede en casa limpiando que trabajo tiene.

Lo de ver a un aristócrata gobernando, queridos madrileños, es la muestra más irrefutable de esta España reaccionaria, católica, cobarde y carca.

Y ahora para joder acabo con una cita de Robespierre gran amante de los nobles:
"Cuando la tiranía se derrumba procuremos no darle tiempo para que se levante"