camisa blanca de mi esperanza

19 septiembre 2006

El Cristialamismo


A saber qué oscura intención venidera ocultan las palabras de Benedicto XVI.
Que el Papa puede ser de todo menos tonto lo sabe hasta el último monaguillo, y por tanto, saber ha de que cualquier declaración de esa índole puede tener y tiene repercusiones nefastas.

Hecho el servicio por el Vaticano lo resta la comunidad musulmana que está harta de que la pisoteen por una supuesta campaña sionista a nivel global. Su respuesta es patente en los principales puntos islámicos, no sólo convocada por los fanáticos filoterroristas, sino también por un comité de "sabios que han llamado a la ira al pueblo musulmán".

Lo de ver a un sabio llamando a la ira causa una de las grandes fracturas de nuestro discurrir dialéctico. Algo parecido a lo que parte de los islamistas piden: la crucifixión del Papa. Una imagen tan rica que llegaría a sustituir a la del propio Cristo barroco en la cruz. Una retransmisión televisiva a gran escala, la llegada del Papa a la Luna no tendría la misma potencia.

Y mientras los ateos, o como los racionalistas que nos llama carlitos Herrera, del que pronto hablaremos (se merece una trilogía, yo no sabía que era así), los racionalistas digo, que por cierto no existen desde hace 150 años, los racionalistas que él dice somos o vitalistas o existencialistas, bueno, pues eso, los ateos, que estamos viendo el partido entre ambas religiones, nos resignamos que no persignamos preguntándonos qué habremos hecho nosotros, y pedimos, por favor, que no nos salpiquen sus creencias ni guerras, es decir, que no nos incluyan en el mismo rasero y que nos dejen vivir en paz. Si Octavio Augusto levantase la cabeza.